CALIDEZ EN CÓDIGO ROJO

CALIDEZ EN CÓDIGO ROJO

Del ladrillo al borgoña, pasando por una amplia gama de rosados sin estridencias, hasta llegar al más rojizo de los tonos: así se mueve el rojo esta temporada.

Entramos de lleno en el corazón del otoño y el rey de los colores no grita; susurra, y lo hace en dos direcciones. Por un lado, los tonos ladrillo —con notas de teja y marrón— aportan calidez, como la luz de última hora: terrosos, mates y cercanos. Por otro, los violáceos —del rosa profundo al borgoña o burdeos— que “enfrían” y sofistican: más nocturnos, con ecos de ciruela y vino. Ambos pertenecen a la misma familia, pero su temperatura cambia por completo el efecto final: uno abraza y da relieve; el otro afila y estiliza. Jugar con ellos es, en el fondo, decidir el clima de tu look.

Curiosamente, los dos tonos más tendencia de esta temporada —el marrón chocolate y el burdeos— son expresiones oscuras del rojo: el primero, un ladrillo que ha descendido a la sombra; el segundo, un violeta que ha madurado en copa. Y aunque nacen en orillas distintas, dialogan a la perfección. Y cuando los juntas, el resultado sorprende: looks con un contraste suave, que mantienen la armonía pero ganan fuerza y profundidad. Como ese pastel de chocolate con arándanos, intenso pero absolutamente perfecto.

Y así como avanza la temporada, avanza también el llamado del color. Aparece entonces un tercer rojo: nuestro rojo de invierno. Más profundo que los corales o amapolas de otras estaciones, este tono llega justo a tiempo —a finales de octubre— para aportar calor visual sin estridencias. Funciona como un comodín elegante junto a tonos pardos, tostados y neutros, suavizando el contraste y sumando relieve.

Esta preciosa versión del rojo —en tono “Escaramujo”— vertebra la cápsula de final de temporada, aportando esa serenidad que pide el momento y la energía necesaria para recibir y disfrutar el invierno. Entendemos la magia del color cuando lo incorporamos en su justa medida: el look cobra vida y no necesita pedir permiso.

Más allá del color, las propuestas de esta altura del otoño se manifiestan a través de las texturas: tartanes con carácter, suave cashmere, pana estructurada, pieles sintéticas responsables y paño de lana envolvente. Un vocabulario táctil que abre combinaciones casi infinitas para la ciudad y para el ocio. El día se acorta, la noche se adelanta y la agenda se alarga: el cuerpo pide calidez sin renunciar al estilo —justo ahí es donde estas piezas brillan.

Al fin y al cabo, saber dar la bienvenida al frío con estilo y bienestar es, simplemente, cuestión de actitud.

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